Suecia, grasas y periodismo

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Köttbullar, albóndigas suecas

Köttbullar, albóndigas suecas

El año pasado se publicó en varios medios la noticia de que Suecia se convertía en el primer país occidental en rechazar «oficialmente» las dietas bajas en grasas en favor de las bajas en carbohidratos y altas en grasas (por ejemplo, aquí), reconozco que la noticia me pasó desapercibida en su momento, pero hace unos días la he visto rondando de nuevo por las redes sociales y me ha llamado la atención. Las grasas son parte de lo que hace apetecibles a los alimentos, un chuletón de buey nos resulta más sabroso que una pechuga de pollo, entre otras cosas, por su contenido en grasa. Así que cualquier dieta que promueva su consumo resulta, cuanto menos, llamativa. La cuestión es que estaba pensando en publicar algo al respecto pero había ciertos puntos que no terminaban de encajar así que indagué un poco más y, claro, había un pequeño problema con la noticia…

Dicho en pocas palabras, no era correcta. Las recomendaciones dietéticas que se publican desde las organizaciones gubernamentales suelen ser, lógicamente, bastante conservadoras e ir en línea con los organismos internacionales de salud, un movimiento tan radical por parte de un país occidental era bastante raro por lo que algunos medios se pusieron en contacto directamente con la Dra. Anna Karin Lindroos de la Agencia Nacional de Alimentos de Suecia para confirmar la noticia (por ejemplo, aquí). La Dra. Karin, básicamente, contestó:

«La información de que Suecia tiene recomendaciones sobre una dieta baja en carbohidratos/alta en grasas está basada en información incorrecta que circula por Internet»

Vaya, menudo fallo… ¿Pero de donde venía la noticia entonces? Parece que alguien habían confundido una reseña del SBU (Swedish Council on Health Technology Assessment) con las recomendaciones alimentarias del país. En dicha reseña se analizan distintos estudios y su aplicación en pacientes con diabetes y obesidad, no sobre la población general. Sus conclusiones eran que, para individuos obesos, una dieta baja en carbohidratos era más efectiva a corto plazo (6 meses) que una baja en grasas pero que, sin embargo, a largo plazo no había mucha diferencia entre dietas, ya sean bajas en grasas, altas en proteínas, dieta mediterránea, basadas en índice glucémico, etc. Al tiempo que resaltaba el consumo de productos lacteos no-desnatados (principalmente leche) y la reducción de bebidas azucaradas como medio efectivo para la bajada de peso. Parece que, de momento, Suecia se mantiene en las recomendaciones habituales de alimentación, ¿entonces qué? ¿grasas sí o no?.

Elige tus grasas

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Aceite de oliva

El grupo de las grasas ha sido durante demasiado tiempo el «malo» de la película, se le ha culpado del colesterol, de las enfermedades cardiovasculares y, con 9 calorías por gramo, de favorecer el aumento de peso al ser la fuente de energía más concentrada. No hay más que pasearse por el supermercado para ver la una enorme cantidad de productos que se anuncian como Desnatado/0% Grasa/… Por suerte, poco a poco, se van viendo cambios en esa percepción tan negativa.

Las grasas son muy necesarias en una dieta sana, además de las esenciales (omega-6 y omega-3), su consumo juega un papel vital en la regulación del HDL (High Density Lipoprotein) y LDL (Low Density Lipoprotein), el llamado colesterol «bueno» y «malo» respectivamente. La OMS recomienda que entre el 20-35% de la ingesta calórica total provenga de las grasas.

La clave es que no todas son iguales. Sin entrar en muchos detalles podemos distinguir 3 tipos: saturadas, insaturadas (mono- y poli-) e hidrogenadas o trans. De estas tres, las insaturadas (aceites, frutos secos, algunos pescados o aguacate) son las más favorables para la salud; las saturadas (mantequilla, grasas animales,…) han estado mucho tiempo en el punto de mira por su relación con las enfermedades coronarias, sin embargo los estudios más recientes están poniendo en entredicho esa relación aunque se sigue advirtiendo sobre su consumo excesivo y, por último, las grasas trans o hidrogenadas que se trata, sin discusión, de las más dañinas y son las que se utilizan en los productos industriales, congelados, bollería, etc.

Para acabar, como es habitual, un consumo moderado de grasas no solo es recomendable, es necesario, especialmente si se evitan las trans. Así que disfruta de tus comidas (si es posible en buena compañía) y no tengas problema en aderezarlas con un buen aceite de oliva, unos frutos secos o un buen salmón.

Referencias adicionales:
Dietary Guidelines Advisory Committee (DGAC) (2010): «Report of the DGAC on the Dietary Guidelines for Americans«

SBU (2013): «Dietary treatment of obesity. A Systematic Review«

American Heart Association (2014): «Know Your Fats«