¿Haces «cardio»? – Parte 1

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Vasija Griega con corredoresEs el año 490 a.C., las falanges griegas han superado a la infantería persa en la batalla de Maratón sellando el final de la Primera Guerra Médica. Los generales griegos deciden enviar un mensajero desde el lugar de la batalla a Atenas para avisar de la victoria. Filípides es el elegido y corre a toda velocidad los 42 kilómetros que le separan de su destino. Exhausto llega a Atenas y con su último aliento informa de la victoria antes de caer muerto de cansancio. Existen distintas versiones de esta historia pero posiblemente Pierre de Coubertin, el fundador de las Olimpiadas, se inspiro en una similar para la archifamosa prueba del maratón.

¿Podemos sacar alguna moraleja de la historia de Filípides? Durante mucho tiempo se ha pregonado que el ejercicio cardiovascular, entendido como baja intensidad/mucho tiempo era lo más saludable pero… ¿es posible que en exceso pueda ser dañino? ¿merece la pena?

Cuando menos es más

A pesar del ejemplo de Filípides, a finales de los 70 muchos científicos evaluaban la posibilidad de que los corredores de maratones, incluso los aficionados, pudiesen ser básicamente inmunes a la arterosclerosis (Bassler, 1977) algo que aumentaría notablemente su esperanza de vida. Sus resultados no fueron concluyentes y hoy en día existe bastante controversia al respecto.

Análisis sanguíneos realizados a los corredores al finalizar una maratón revelaron, entre otros indicadores, un aumento sorprendente de varios biomarcadores de daño cardíaco, la troponina T y el péptido natriurético cerebral entre ellos. Si un cardiólogo, en una situación normal, observase esos marcadores, posiblemente diagnosticaría infarto de miocardio con lo que la situación no es cosa de broma. Afortunadamente esos indicadores vuelven a sus niveles normales con el tiempo (Predel, 2014) pero, aún así, son un indicio de que el músculo cardíaco está siendo sometido a un esfuerzo excesivo.

Se podría decir que someter un músculo a un esfuerzo es lo que hacemos en cualquier entrenamiento, buscando una adaptación a ese estímulo. El problema es que el músculo cardíaco es distinto al esquelético y no responde igual a ese estrés, pudiendo llegar a sufrir daños estructurales permanentes en lugar de la buscada adaptación. Algunos investigadores incluso llegan a afirmar que corredores entrenados, con al menos una maratón al año durante 25 años cosecutivos, podrían sufrir una mayor formación de placas coronarias, causadas por ese sobresfuerzo, que la población sedentaria con sobrepeso utilizada como control (Schwartz et al., 2014).

¿La dosis es la clave?

A pesar de las voces críticas todo parece indicar que el ejercicio aeróbico (correr, nadar, bicicleta,…) realizado moderadamente es sano. Organizaciones como la ACSM (American College of Sport Medicine) o la Fundación Española del Corazón recomiendan media hora de ejercicio diario, cantidad que la mayoría de expertos coinciden en que es el mínimo recomendable (Haskell, 2007). Ahora bien, si media hora es el mínimo, ¿donde está el límite?.

Parece que con el ejercicio en general, y el aeróbico en particular, hay un punto en que el retorno de beneficios de salud empieza a ser cada vez menor respecto al volumen/intensidad del ejercicio, pero ese punto varía de una persona a otra. Por otro lado, la hipótesis del «exceso de ejercicio cardiovascular» tiene su oposición en otros investigadores que estudiando a profesionales en deportes de resistencia o personas altamente entrenadas observan que tienen una esperanza de vida mayor, hasta un 17%, que su mismo grupo de edad (Sanchis-Gomar et al., 2011).

Cabe plantearse también que incluso los investigadores más agoreros respecto al exceso de ejercicio cardiovascular reconocen que la mayoría de marcadores de salud son superiores en aquellas personas que se ejercitan regularmente que los que no lo hacen. Existen situaciones inesperadas en la vida y una persona entrenada esta mejor preparada para afrontarlas que una sedentaria. En el reciente temporal en los Estados Unidos ha habido al menos 8 muertos, 5 de ellos por problemas cardíacos mientras limpiaban de nieve la entrada de sus casas (la noticia aquí), si hubiesen estado mínimamente en forma… ¿habría pasado lo mismo?.

Hasta ahora parece que no hemos resuelto ninguna de las preguntas: podría ser peligroso un exceso de ejercicio aerobico, pero quizás es más peligrosa una falta de capacidad cardiovascular. El problema es que llegado cierto momento, entrenando a baja intensidad/larga distancia, esa media hora de ejercicio recomendado no produce mejoras. ¿Cómo se puede superar ese dilema? Existe otro camino para mejorar la capacidad cardiovascular sin llegar a ese sobresfuerzo, pero esto lo dejamos para la próxima entrega…

Referencias y lecturas adicionales:

Bassler, TJ. (1977): «Marathon running and immunity to atherosclerosis«. Annals of the New York Academy of Sciences. 301:579-92.

Haskell, W. L.; Lee, I-M. et al. (2007): «Physical activity and public health: Updated recommendation for adults from the American College of Sports Medicine and the American Heart Association«. Circulation, 116(9), 1081-1093. Disponible aquí.

Predel, H. (2014) : «Marathon run: cardiovascular adaptationand cardiovascular risk«. European Heart Journal, 35, 3091–3096. Disponible aquí.

Sanchis-Gomar, F.; Olaso-Gonzalez, G. et al. (2011): «Increased Average Longevity among the “Tour de France” Cyclists«. International Journal of Sport Medicine, 32(8): 644-647.

Schwartz, R. S.; Merkel Kraus, S. et al. (2014) «Increased Coronary Artery Plaque Volume Among Male Marathon Runners«. The Journal of the Missouri State Medical Association, March/April, Disponible aquí.